Cómo vivimos
La mayoría de
nosotros cuando piensa sobre su vida recuerda los acontecimientos que le han
ido sucediendo y cómo los vivía. Vemos la vida como un devenir de
acontecimientos, vemos los continuos cambios, el estar bien o mal depende de la
suerte, de lo que otros nos dan o nos quitan, de nuestro esfuerzo. Nuestra vida
es un esfuerzo continuo para transformar las cosas en algo mejor.
Nuestro pensamiento
no coincide con la realidad, nuestra fantasía ansía sucesos que recrea
mentalmente y no corresponden tampoco con lo que sucederá. Sentimos que el
mundo es hostil, valoramos continuamente las cosas, rechazamos lo que no nos
gusta y deseamos lo que sí.
Con estas ideas
hablamos sobre lo que somos, lo que nos gustaría ser y nos proyectamos hacía el
futuro.
Pero también
podríamos ir más allá de todos esos valores y decir: quién soy yo
verdaderamente, tengo un propósito que va más allá de mis deseos, qué intención
tengo en la vida, cómo me siento. ¿Podría acaso llegar a ser feliz ya, quitarme
de encima esos terribles complejos y prejuicios sobre mí mismo, sentirme
satisfecho, fuerte, tener una meta que no dependa de los acontecimientos,
aceptar las cosas y las personas como son y realizarme dando lo mejor de mí?
¿No nos movemos y gastamos nuestra energía haciendo trabajos y actividades que
queremos que pasen lo antes posible y que no deseamos, por qué?
El encuentro con uno mismo: